Inspirada por la frescura y el silencio de la mañana, cuando sólo los pájaros parecen estar despiertos, inicio esta nueva conversación. Desde el silencio. Desde el silencio en el lenguaje y el silencio emocional. Escuchando…
Para ello he practicado la respiración consciente, concretamente la respiración del Step Out (de inhalación relajada por la nariz y exhalación suave y larga por la boca, acompasada por el movimiento de brazos), que es el ejercicio que nos ofrece Alba Emoting™ para alcanzar el centramiento o silencio emocional.
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¿Qué conversación aparece ahora, dentro de mí, cuando estoy en silencio?
Pues aparece una conversación que últimamente está siendo recurrente tanto en las sesiones de coaching individual con mis clientes de empresa y personal, como en los talleres que facilito tanto mixtos como sólo con mujeres y, por supuesto, conmigo misma,… que es la conversación de la rabia y la ternura.
Y ahora escribiéndolo me pregunto…
¿Es la conversación acerca de la rabia y la ternura lo que me tiene ahora en vela?
¿Es la conversación entre la rabia y la ternura, como dos de las seis emociones básicas con las que suelo mirar el mundo emocional, de lo que quiero hablar?
¿Es de cómo conversamos desde la combinación de estas dos poderosas emociones que, cada una a su manera, protegen y cubren necesidades y anhelos de vida?
Me doy cuenta de que las tres preguntas me seducen y me animan a seguir esta conversación.
¿Te atraen a ti también?
Si es así, sigamos…
Lo primero que me viene cuando me dispongo a conversar acerca de la rabia y la ternura es que las observo a las dos como poderosas fuerzas emocionales con un evidente poder transformador.
En mi opinión son las dos fuerzas que nos van a ayudar a transformar el mundo (nuestro mundo interno y el mundo externo en el que vivimos).
Son dos estados orgánicos funcionales dinámicos distintos, dos modos de relación diferentes, necesarios, indispensables, son dos emociones básicas con naturalezas complementarias, que tienen un propósito común que es el de proteger la vida.
¿Y cómo lo hacen cada una?
Me viene la imagen simbólica de que la rabia es el fuego del volcán y la ternura la tierra que lo sostiene. La rabia es la flecha que se dirige directa y afilada al blanco, a la diana, y la ternura el arco que se abre suave y firme hacia atrás para acogerla y acompañarla en esta salida al mundo.
En cualquier caso, para humanizarlas, observémoslas en el cuerpo, desde su manifestación física… y para eso el método Alba Emoting™ nos es muy útil.
En su expresión facial, la rabia tiene los ojos enfocados, mirando hacia el objetivo o propósito, la mirada clavada en lo que necesito o quiero… construir o destruir. Y la ternura también tiene la mirada suavemente puesta en el afuera, en la otra persona o en el entorno, desde la que puede ver al otro, distinguirlo, reconocerlo, aceptarlo… con apertura, sin juicios.
Los labios, boca y mandíbula de la rabia están apretadas y en contracción. La boca de la rabia es una boca que muerde, mastica, tritura… y los labios, boca, mandíbula y mejillas de la ternura están suavemente relajados y unidos, disponibles para besar, para sonreír, para conversar…
En relación al sonido o la música que emerge de cada una, la rabia ruge, saca clara la voz, dice lo que quiere decir, lo que está latiendo dentro, lo que necesita ser escuchado. Es el rugido de lo que NO quiero que siga ocurriendo y la contundencia de lo que SI quiero, de hacia dónde me dirijo. La ternura también saca la voz, con susurros, cantos suaves, palabras de reconocimiento, de acogida, de amor hacia el otro. Simbólicamente sería la voz del canto de una nana que transmite tranquilidad, seguridad y protección.
En su manifestación postural, la rabia tiene un cuerpo hacia delante, que sigue la dirección que le marca la mirada. Tiene un cuerpo que toma la fuerza de la musculatura grande del cuerpo, de piernas, glúteos, abdominal. En sus extremidades inferiores, pisa fuerte y tiene disponible la patada, la pisada contundente, y el avanzar firme hacia delante. Tiene los brazos contraídos y los puños cerrados, despertando también la fuerza de las extremidades superiores hasta los dedos, preparándose para parar lo que viene, para defender lo propio, atacar, coger, arrancar,… Y la ternura también tiene una suave disposición hacia delante, con una mayor relajación en la musculatura de todo el cuerpo, por eso también tiende a abrirse e ir hacia atrás para dar espacio a que el otro quepa, el otro se muestre, se manifieste con lo que esté viviendo, para recibir y escuchar. Tiene las manos y brazos abiertos, receptivos, preparados para abrazar, acoger, sostener y acariciar. Y la parte baja del cuerpo se mantiene suave y enraizadamente asentada en la tierra.
Para acabar, si miramos estas dos emociones desde la respiración, ambas se inspiran y expiran siempre por la nariz… y lo que cambia es el ritmo, la duración de la inhalación y la exhalación y la profundidad de la misma.
Entonces… ¿Podéis ver en qué se diferencian y en qué se parecen estas dos emociones?
Escuchemos una posible conversación entre ellas.
Las conversaciones están siempre transformando las relaciones, para mejor o para peor. Conceptualmente esto lo aprendí en mi formación como coach.
Lo que he aprendido en mi experiencia de vida, es que las conversaciones más transformadoras son aquellas en las que participan integrantes que tienen posturas distintas ante la vida o, como en este caso, tienen cuerpos distintos y estilos diferentes de relacionarse con el mundo. Y también he aprendido que lo peor que podemos hacer es no conversar.
Comparto con vosotros, también, que parte de lo que siempre he deseado desde pequeña, es que hubiese paz a mi alrededor, que las cosas fuesen “bien”, que no hubiese conflictos, etc. ¿A alguien más le ha pasado algo así, como a mí?
Bien… Cuando no sabía hacerlo de otra manera, lo que hice fue silenciar mi rabia, porque podía ser fuente de conflicto, dado que a menudo hubiese opinado distinto a lo que se estaba diciendo en ese momento, hubiese llevado la contraria, hubiese dicho que no quería hacer lo que se me pedía, hubiese dicho lo que si quería, transgrediendo las normas o creencias imperantes en mi entorno en ese momento… y le dí todo el poder a mi ternura, convirtiéndome en una dócil y buena niña, que todo lo comprendía y aceptaba, consolando y complaciendo a todo el mundo.
¿Qué es lo que no sabía que podía hacer? Convocar a mi rabia y mi ternura a conversar entre ellas, para que las dos voces se pudiesen escuchar y ninguna tuviese que ser acallada o ignorada.
Para que eso ocurriese, necesitaba poder reconocer que las dos emociones existen, que las dos viven en mi, que las dos son legítimas y tienen valor, y que si alguna de ellas no puede ocupar su lugar, mi sistema emocional será disfuncional, mi salud emocional estará frágil, mi posibilidad de actuar en el mundo limitada y mi felicidad o bienestar afectada.
Afortunadamente, en mi empeño de sentirme mejor conmigo misma, fui aprendiendo todo esto y por eso, ahora, me siento legitimada a contaros lo que os estoy diciendo… Esta es la buena noticia! Sea lo que sea que estemos haciendo, ¡Podemos aprender!
Y la historia es la siguiente…
Cuando la Rabia y la Ternura se pudieron sentar una frente a la otra, lo primero que sintieron fue una fuerte atracción y rechazo entre ellas, difícil de sostener. A la Rabia, la Ternura le parecía una inútil, que no servía para nada. “Dónde vas con esa cara de pánfila!! Así no se llega a ninguna parte!!”, pensaba. Y a la Ternura la Rabia le parecía un monstruo horrible al que, por supuesto, ella podía salvar. Sentía profundamente que podría domesticarla y hacer que fuese como ella, suave y cuidadosa, fina, sensible y delicada. “No te preocupes… yo te ayudaré”, se decía a si misma.
No parecía que fuese a ser muy fácil la relación… Cada una estaba queriendo “salirse con la suya”, ser mejor que la otra… Y desde ahí no podían «verse», ya que estaban ensimismadas, con muchas conversaciones privadas sin poder hacerlas todavía públicas.
Sin embargo, poco a poco, y gracias a la paciencia, aceptación, apertura y permanencia de la Ternura, y a la claridad, enfoque y contundencia de la Rabia, empezaron a construir una conversación en la que ambas pudieron ver sus respectivos dones y aportaciones diferentes… y pudieron verse mutuamente en su grandeza.
La Rabia pudo declarar en voz alta y clara, que no quería quedarse más en silencio ni destruir lo que más amaba en el mundo… y que quería enfocarse en construir lo mejor para si misma, para los suyos y para la tierra y seguir buscando y entregando valor en todas las áreas de su vida. Le dijo, también, que veía el valor del amor que traía ella, la Ternura, que la necesitaba para sentirse sostenida y segura y para no dañar a los demás, y le pidió que siguiese estando a su lado. Ahora bien, también le puso algunas condiciones… porque la rabia es muy clara en sus limites y muy buena poniéndolos… y le dijo: “No quiero que vuelvas a acallar mi voz, no quiero que pases por delante de mis opiniones, posturas y deseos, no quiero que digas lo contrario de lo que yo quiero decir para quedar bien, no quiero que digas SI a todo aquello a lo que yo quiero decir NO… esto me enciende mucho más y entro en cólera… por eso después de mantenerme en silencio, encarcelada bajo el control del miedo, en cuanto puedo salir estallo descontroladamente, destruyendo relaciones y proyectos que me importan! Te pido que cuando discrepemos, cuando no estemos de acuerdo, cuando veamos cosas distintas, nos miremos y conversemos antes de responder. Te pido que confíes en que mi voz es digna de ser escuchada y que está al servicio de parar abusos e invasiones y de solucionar, resolver y lograr lo que se necesita, lo prioritario”.
La Ternura, que es tan buena escuchando, colaborando y empatizando con los demás, se conmovió al oír las palabras tan sinceras y precisas de la rabia, que le tocaron el corazón, y le pidió disculpas de corazón por su arrogancia, por haberse sentido superior, creyéndose más buena que ella, y también por haberse tomado la libertad de anteponer el decir lo que los demás querían escuchar y no facilitar lo que verdaderamente quería ser expresado. “Veo y siento tu legítimo enfado por no sentirte vista ni escuchada por mi, por mi sutil rechazo, mi bondadosa descalificación a tu capacidad, le dijo a la rabia, y por no haber puesto mis dones al servicio de hacer equipo contigo… poniéndolos, sobretodo para cuidar, quedar bien y complacer,… en el fondo por miedo a no ser querida y aceptada por los demás”. Y como la Ternura es muy generosa, se ofreció a aportar su mirada comprensiva y empática, facilitadora de contextos para conversar, para que la voz de la Rabia saliese libremente de tal manera que pudiese ser escuchada. Y le dijo: “Acepto tu petición, rabia, y me ofrezco a tejer las redes necesarias para facilitar tu expresión de manera que las dos estemos al servicio de cuidar lo que más queremos… la vida (de otros y la propia)… y construir juntas una buena vida con la unión de tu fuerza y mi corazón”. Y siguió diciendo… “Y cada vez que entremos en conflicto o discrepancia, como tu me pides, antes de responder automáticamente como siempre, me pararé ante ti, pondré mi mirada en tus ojos para ver lo que genuinamente vive en tu interior y te preguntaré ‘¿Qué necesitas mi amor?’… Quiero que sepas que te quiero mucho”.
Y así cerraron la conversación con una declaración de gratitud y un fuerte abrazo, con el que sellaron su compromiso de formar un equipo capaz de lograr cubrir sus propias necesidades, a la vez que escuchar, descubrir y cooperar con las necesidades de otros.
Esta es la conversación transformadora entre mi rabia y mi ternura…
¿Cómo sería o ha sido la tuya?
Entonces… Si seguimos este viaje… Esta consciente alianza de colaboración entre la rabia y la ternura se podría expresar en algo así como: “Mis necesidades son importantes y legitimas y las tuyas también”. Declaración que abre un espacio de posibilidades muy distinto al que podrían generar la rabia y la ternura por si solas. Y que nace, también, de abandonar los juicios limitantes que cada una tenían de la otra, reconociendo que no hay emociones buenas y malas, no hay emociones positivas ni negativas, sino que hay emociones que aportan y abren un mundo relacional determinado y otras otro.
Entre las dos construimos la “colaboradora autoafirmación”, la “firme amabilidad” o cualquier expresión que incluya las dos fuerzas y no excluya ninguna de ellas.
¿Qué nombre le pondrías tu?
Entonces, si consciente y voluntariamente nos ponemos a diseñar esta combinación, ¿Cómo sería?
¿Qué mirada elegimos según al servicio de qué situación la ponemos? ¿La de la rabia enfocada en el objetivo o la de la ternura que se abre a ver al otro en toda su completud? ¿Quizás sería un intercalado de las dos?
¿Qué voces necesitamos que salgan, en la conversación en la que estamos,… la de la rabia que es concreta y clara, que describe hechos y declara y pide lo que quiere con tono firme y seguro… o la de la ternura que con cuidado y empatía ve y comprende la necesidad de los demás y se predispone a ayudar, buscar lugares de encuentro, sin que esto suponga ceder el suyo?
¿Qué cuerpo nos va ayudar a tomar nuestro rol, a ocupar nuestro lugar, a defender nuestros derechos y dirigirnos hacia nuestros propósitos superiores y a la vez a abrirnos a buscar lugares de encuentro con los demás, escuchar, comprender y abrazar lo que esté habiendo en este momento?
¿Qué respiración vamos a necesitar para sostenerlo? ¿La de la rabia o la de la ternura? o… como decíamos con la mirada… ¿será un intercalado de las dos?
Definitivamente necesitamos la rabia para no aceptar lo indigno, para cambiar las derivas de lo doloroso, lo injusto e inaceptable y también para desafiar lo que está ocurriendo si queremos que sea diferente. La necesitamos para salir de nuestra zona de confort y para hacer frente a los desafíos de la vida. Para tomar decisiones y seguir el camino con el que nos estamos comprometiendo al hacerlas…
Y también necesitamos la ternura. La necesitamos para cuidar lo que amamos, para crear los lazos que nos van a permitir sentir la seguridad básica, para nutrir y dejar que nos nutran, para reconocer y ser reconocidos, para dar y recibir afecto, para ese intercambio de caricias necesario para nuestra supervivencia que, como decía Eric Berne, son una necesidad biológica y nutrición para nuestra alma humana.
Y como todas las conversaciones, esta también tenemos que cerrarla.
Para hacerlo la rabia nos da el empuje y la claridad de decir, “Hasta aqui hemos llegado en esta conversación”. Y la ternura nos permite dar las gracias por lo tejido juntos, “Gracias por vuestra colaboración, por ser co-creadores de este escrito, por dejar que os acompañe individualmente o en grupo a abrir este tipo de conversaciones”.
Y con la unión de las dos, de la rabia y la ternura, comparto con vosotros mi convencimiento de que hay conversaciones que sólo se pueden vivir, que no se pueden contar, que no es suficiente con leerlas,… como por ejemplo las conversaciones de danza con cada una de las emociones. Son conversaciones que siempre nos sorprenden, porque son frescas, únicas e iniciáticas… y estas sólo las podemos mantener en los Talleres.
Así que si te animas a conversar comprometida e íntimamente con tus emociones, aquí tienes las próximas programaciones. Y si ya eres una persona iniciada en este arte con nosotras, puedes seguir viniendo a conversar con el lado físico de tus emociones, con un 40% de descuento.
Os esperamos con los brazos abiertos!!!
Carme Tena
P.D.: Muchas gracias a Guy Aelbrecht, fotógrafo y amigo que ha inmortalizado la cara de la rabia y la ternura en nuestros queridos participantes que, entregadamente colaboraron en un taller gratuito que les ofrecimos para este fin. Oferta que les hicimos Elena Iborra y yo desde la comunión entre nuestras rabias y ternuras. En este caso, toda nuestra gratitud a Pepa Castillo, que es quien pone el rostro de estas dos poderosas fuentes de inspiración emocional.
Muchas gracias por este maravilloso regalo! Honró tu talento
Muchas gracias a ti Daye! Seguiremos escribiendo…
Te felicito Carme por tan maravilloso post, en el que, sin nombrarla, hablas de la asertividad como única forma de comunicación ecológica y sostenible tanto en lo intrapersonal como en lo interpersonal. Solo con ese diálogo equilibrado, respetuoso y cooperativo entre ambas emociones (Rabia y Ternura) es posible llegar a un Ganar-Ganar en todos los ámbitos de la vida. La cuestión está en cómo llegar a reprogramar, en automático, para que esa apreciada y deseada asertividad llegue a sustituir a esos otros viejos automatismos que en tantas ocasiones se toman la delantera y nos hacen decir o hacer lo que en el fondo ya no queremos…
Pues con mucha ternura cuando aparece «lo que no queremos», y con el nivel suficiente de rabia para seguir poniendo el foco en l o que «si queremos»… 🙂
Muchas gracias, Esther por tus palabras y por tu mirada de lo que he escrito: la asertividad desde las emociones.
Un abrazo
muy, muy interesante.
Muchas gracias, Roberto, por comentarlo 🙂
Carme que precioso!!!… en efecto pensé lo mismo cuando te leía, esa es la asertividad, el punto justo donde reconozco mis derechos y los del otros.Es un escrito con un contenido casi ilustrado, lo viví leyéndolo!!!.
Muchas gracias, Paula. Me gusta que lo hayas vivido leyendo… porque es un texto vivido, no pensado… que ha salido de la experiencia de vivir lo que escribo y no de una idea elaborada en la mente. Gracias por hace vivo el post con tu respuesta!
Que linda esta conversación ! provoca seguir leyendo más.. Gracias Carmen por compartirlo. Te felicito. Te abrazo inmensamente
Muchas gracias, Nieves!! Esta es la idea… que lo que me ha servido a mi pueda servir a otras personas. Un abrazo inmenso para ti también!