Me encanta lo diminuto, lo invisible, lo escondido, lo que no se ve a simple vista, «lo que hay debajo» más allá de lo evidente, es decir, todo lo que hay que tener curiosidad para verlo, porque sino pasa desapercibido.
Si, me encanta! Lo reconozco.
Antes, me avergonzaba de ello… como de tantas otras cosas. Y ahora lo disfruto mucho!! Me encanta ser curiosa. A menudo una curiosa silenciosa.
¿Porque digo esto? Porque desde mi punto de vista cada persona tenemos nuestra particular manera de acercarnos con curiosidad a aquello que nos interesa, que nos atrae, que nos apasiona. Y de eso quiero hablar.
Curioseando en mí me he dado cuenta que tengo varias modalidades de acercarme con curiosidad al mundo, en las que intervienen distintos sentidos y dimensiones de mi ser humana.
Lo primero que hago es mirar. Si, cuando tengo curiosidad, lo primero que hago es dirigir la mirada hacia aquello que me llama la atención. Y lo miro. Y lo observo.
Recuerdo hacerlo desde bien pequeña. Recuerdo quedarme embobada mirando algo que me llamaba la atención, observando todo lo que hacía, cómo se movía, lo que decía (si era una persona), momento en el que yo desaparecía y todo el foco estaba en aquello o aquella persona que me llamaba la atención y despertaba mi curiosidad.
Ahora continuo haciéndolo, puedo quedarme embobada mirando algún insecto revolotear, mirando a una persona que por algún motivo me atrae y no puedo dejar de mirarla, me puedo quedar embobada ante la pantalla del ordenador curioseando en distintas páginas de internet algún tema que me apasiona… Estoy descubriendo que la curiosidad me hace abrir la boca, y me deja embobada… Vaya! Qué curioso!
Después de la mirada, pongo la oreja. Y oigo. Y escucho.
Abro mi percepción auditiva para conocer más, para comprender las palabras si son personas las que hablan o distinguir y dar sentido a los sonidos tanto humanos como de otros seres vivos o incluso de aparatos u objetos.
Ah! Y ahora que estoy escribiendo me doy cuenta que otro de los sentidos que me hace acercarme con curiosidad a algo, y que casi seguro es anterior al del oído, es el del olfato.
Si. De jovencita lo olía todo, aunque cuando me veían hacerlo me recordasen una y otra vez que eso no estaba bien, que era de “mala educación”… Pero cerrar los ojos y oler, era una de las manifestaciones más automáticas de mi curiosidad. Olía alimentos, flores, telas, lanas, personas (a estas sólo cuando eran de confianza y sobretodo en momentos de intimidad), olía tierras, objetos… creo que lo olía literalmente todo. Ahora ya no lo huelo todo tanto. A veces me reprimo. ¿Será que me volví «bien educada»? 🙂
Y ahora me pregunto ¿Cuándo aparece el tacto como manifestación de mi curiosidad? Pues como que nada de lo que estoy contando es lineal, es decir, no ocurre paso por paso de una forma secuencial sino que ocurre naturalmente y todo a la vez, curioseando con el tacto en mí, descubro que acompaña casi siempre al sentido del olfato… como si mi nariz oliese mejor si siento a la vez la textura, el tamaño, la forma, la temperatura, la dureza, el movimiento,… de lo que estoy oliendo. Y lo hago con las yemas de los dedos, con las palmas de las manos, con los labios… ¿has curioseado alguna vez con la sensibilidad del tacto de los labios? Seguro que sí, claro! Pero te invito a practicarlo de nuevo con conciencia y curiosidad. A ver qué tal.
Y es desde este acercamiento de los labios hacia aquello que está siendo objeto de mi curiosidad, que aparece el sentido del gusto, a través de la lengua, de las papilas gustativas, de la distinción de los distintos sabores, texturas, sólidos y líquidos, etc.
Definitivamente, mi experiencia me dice que la curiosidad nos acerca a experimentar con más conciencia lo ya conocido, a descubrir lo desconocido, nos acerca al saber, al conocimiento, al infinito espacio de las relaciones con el mundo, y nos acerca desde todos los sentidos,… Mmmm… ¿A qué más, dirías tú, nos acerca la curiosidad?
En el año 2008, cuando estuve de ayudante de supervisión del ACP (El Arte del Coaching Profesional) en Newfield Network en Chile, nos repartimos algunas emociones para hacer lo que llamábamos la “reconstrucción lingüística de las emociones”, y curiosamente me tocó la curiosidad.
Reconstruir lingüísticamente una emoción desde el coaching ontológico, es distinguir qué juicios y declaraciones hay detrás de esa emoción que, como actos del lenguaje, nos mueven a la acción.
Y el resultado de mi trabajo con la reconstrucción lingüística de la curiosidad fue el siguiente:
Entonces, partiendo de ahí… de que la curiosidad es una emoción y, por tanto, una predisposición a la acción, detrás de la cual además de un cuerpo que la sostiene hay unos juicios y unas declaraciones que la nutren… ¿A qué actos del lenguaje nos invita?… ¿A qué acciones y movimientos nos predispone la curiosidad? ¿Al servicio de qué?
Respondamos ahora a algunas de estas preguntas y las otras más adelante.
Si hablo de mí, que es a quien más conozco, la curiosidad vista en su manifestación en el lenguaje, me mueve a preguntar, me invita a hacer preguntas a otros y a hacerme preguntas a mi misma.
Por ejemplo, como coach la curiosidad hace que a menudo me pregunte: ¿Qué debe hacer que esta persona haga lo que está haciendo? ¿Qué hace que interprete la vida de la manera que lo está haciendo? Y de aquí nazcan nuevas preguntas para ofrecerle a la persona que estoy acompañando, preguntas que despierten su curiosidad por saber y activen sus procesos reflexivos.
Definitivamente la curiosidad es un estimulante de la curiosidad… una pregunta lleva a una respuesta o a una nueva pregunta, y ésta a otra pregunta y así sucesivamente: preguntamos, preguntamos y seguimos preguntando… hasta que reunimos la información que buscábamos, aumentamos nuestro nivel de conciencia y conocimiento propio o del mundo, o bien avanzamos en nuestro desarrollo y aprendizaje… en algunos casos transformacional.
Algunas preguntas que ahora me surgen son:
Estoy convencida de que hacer(nos) preguntas desde la curiosidad hace que se abra todo un mundo de posibilidades que antes no existía… y preguntar(nos) desde los juicios y las suposiciones nos cierra la posibilidad de co-crear conversaciones transformadoras.
¿Puedes distinguir la curiosidad como emoción de la acción de chafardear o de hurgar en busca de sórdidos detalles? No son lo mismo…
“La pregunta clave da lugar a la germinación de la conciencia. La pregunta debidamente formulada siempre emana de una curiosidad esencial acerca de lo que hay detrás. Las preguntas son las llaves que permiten abrir las puertas secretas de la psique”.
Clarissa Pinkola Estés en “Mujeres que corren con los lobos”
Llegados hasta aquí, si miramos la curiosidad como una emoción de las que el método Alba Emoting™ llama mixtas (combinación de al menos dos de las emociones básicas)…
¿De qué emociones básicas estaría compuesta la curiosidad?
Algunas preguntas que me hice antes de responder esta pregunta fueron: ¿Cómo se expresa la curiosidad en mi cuerpo? ¿Cómo son mis manos cuando estoy habitada por la curiosidad? ¿Cómo se mueve mi tronco en la curiosidad? ¿Y mi mirada? ¿Qué nivel de tensión muscular tiene mi cuerpo desde la curiosidad? ¿Y la respiración?… ¿Será la alegría la semilla de la curiosidad? ¿Hay amor detrás de la curiosidad? Si es así ¿Es amor ternura o amor erótico? ¿Existen distintas curiosidades?
Entonces… veamos que he ido descubriendo acerca de las emociones que componen la curiosidad con la ayuda de ella misma, de la curiosidad! 🙂
Si hay un acercamiento, con una mirada puesta en algo concreto, podríamos deducir que hay una parte de rabia en su combinación. No rabia como sinónimo de enfado, sino rabia como energía emocional primigenia, como esa fuerza que mueve nuestro cuerpo hacia delante, hacia nuestro propósito u objetivo. Sin duda necesitamos tener disponible la decisión o el movimiento corporal hacia delante de la rabia, para acercarnos a lo desconocido…
Si además hay una boca ligeramente abierta, que facilita la entrada y salida de aire y unos ojos que a veces se entrecierran para sentir, porque como ya hemos visto en la curiosidad hay una clara intervención y un goce de todos los sentidos… podríamos decir que entre los componentes de esta emoción mixta, hay también unas dosis de erotismo.
¿Y qué más te parece que debe haber en la curiosidad?
No sigas leyendo si todavía no quieres saber qué opino yo… y activa en ti la curiosidad…
Ahora observa tu cuerpo, tu cara, tu respiración y descubre ¿Qué emociones básicas distingues en tu curiosidad? ¿Qué otra emoción podría estar acompañando a la rabia y al erotismo?
Volviendo a mi experiencia, a mí cuando curioseo me brillan los ojos, en ocasiones me aparece una sonrisa, siento muy viva la picardía de mi niña interna, la espontaneidad de seguir mis propios instintos, impulsos e intuiciones… y esto huele a alegría como emoción básica, ¿no te parece?
Esta es mi combinación de la curiosidad. ¿Cómo es la tuya?
Por mi parte me comprometo a seguir despertando mi curiosidad para afinar esta combinación, y averiguar qué porcentaje del total ocupa cada una (rabia, erotismo y alegría), en qué intensidad están presentes, qué otras modalidades o combinaciones podría haber, etc…
Por ejemplo, ¿qué sutiles combinaciones distintas tendrían la “curiosidad sincera”, la “curiosidad amable”, la “curiosidad insaciable”, la “curiosidad inagotable”, la “curiosidad natural”, la “curiosidad descarada”, la “curiosidad inquieta”, la “suficiente curiosidad”, la “atmósfera de curiosidad”, la “curiosidad censurable o detestable”, la “curiosidad indebida”, la “inocente curiosidad”, la “elocuente curiosidad”, etc.?
Todas ellas son expresiones que he ido encontrando últimamente en distintos textos y que me han llamado la atención para seguir investigando…
Ahora me fijo que, hablando de la curiosidad, suelo referirme a ella como una emoción que “se despierta”.
Sin embargo expresiones habituales también dirían que cuando la curiosidad nos “pica”, lo que hacemos es satisfacerla, estimularla, calmarla, nutrirla, encauzarla, darle respuesta, o a cualquier otra acción parecida.
Y al hilo de esta conversación me viene a la mente la mitología griega, que dice que la curiosidad de Pandora fue la causa de todas las desgracias que aquejan a la humanidad desde entonces.
Recordando «La caja de Pandora» me pregunto ¿Lo mejor y más saludable es satisfacer el movimiento de la curiosidad para “descubrirlo todo” e ir siempre “al fondo profundo de la cuestión”?
Si hablo por experiencia diría que no, que hay puertas o cajas ante las que necesitamos detenernos, neutralizando o modulando a la baja nuestra curiosidad, porque podría ser que todavía no estuviésemos preparados para afrontar lo que encontrásemos al abrirlas.
Si escuchamos nuestros sentires, nos daremos cuenta que es precisamente para estos casos que nos sobrevienen otras emociones que adormecen o retraen nuestra curiosidad, como por ejemplo el miedo, la prudencia, la apatía, la desgana, la desmotivación, y otras.
Su función es pararnos o alejarnos de seguir los impulsos naturales de la curiosidad, dándonos la oportunidad de escuchar lo que en ese momento está siendo posible o es más saludable para nosotros.
¿Qué emociones coartan la puesta en movimiento de tu curiosidad?
En mi caso, como decía al principio, han sido la vergüenza como emoción mixta y el miedo si lo miro desde la paleta de las básicas. Sin embargo una vez superada la vergüenza de no saberlo todo y el miedo de lo que voy a encontrar, la curiosidad ha tenido posibilidad de ir saliendo y, de su mano, he ido encontrando mi camino… encontrando personas, procesos y modelos afines a mi.
La curiosidad, libre de miedo y vergüenza, me ha sacado de mi zona de confort, me ha despertado la creatividad y me ha movido a explorar y vivir lo que en cada momento estaba necesitando.
Pero volviendo a lo que estábamos… ¿Qué curiosidades insatisfechas o reprimidas tienes? ¿A qué emoción te lleva la no satisfacción de tu curiosidad… la represión de esta emoción tan original, en el sentido de que viene de los orígenes, de nuestra más tierna infancia?
Si has tenido, como yo, tu curiosidad adormecida o bloqueada por un tiempo gracias a la “buena educación” o por cualquier otro motivo ¿Querrías estimularla o despertarla?
Si es que sí, te invito a una experiencia ¿Te pica la curiosidad?
Ponte delante de un espejo y cierra los ojos. Trata de borrar todas las imágenes previas que tengas de ti, como si durante años hubieses estado viajado por lugares salvajes y no te hubieses podido mirar al espejo.
Cuando lo sientas, abre los ojos y… con sana, fresca, juguetona y desapegada curiosidad mira tu reflejo en él y concentra toda tu atención en cada uno de los detalles de la imagen de ti mismo que estás viendo.
¿Qué ves cuando te miras en el espejo con los ojos de la curiosidad?
Quédate un rato observándote por todos lados, de cerca de lejos, de un lado y de otro… con todos los sentidos, con la vista, el tacto, el oído, el olfato, el gusto… sigue los movimientos de tu curiosidad y mantente todo el tiempo que dure esta emoción en ti… estimulándola con los patrones respiratorios y posturo-faciales que hayas descubierto que la sostienen, o parándola con un step out si así lo deseas.
¿Qué de nuevo has visto en ti en este rato?
¿Cuál es la emoción que te ha aparecido, como respuesta al resultado de tu curiosidad? ¿La admiración, la sorpresa, la alegría, el orgullo, la decepción, el asco, la tristeza…? Sin juzgar ninguna de las emociones que hayas sentido… ¿Qué has aprendido o de qué te has dado cuenta con esta experiencia?
Anótalo, si quieres, para que no se te olvide…
Y siguiendo con esta experiencia para practicar la curiosidad contigo ¿Alguna vez has sido tu la persona que has despertado la curiosidad de otros? ¿Qué emoción se ha despertado en ti cuando has sido objeto de la curiosidad de los demás? ¿Que acciones, comportamientos, cualidades o estilos personales tuyos, generan curiosidad en otros?
¿Qué más has descubierto de ti gracias a estas últimas preguntas?
Anótalo también, si quieres, para que no se te olvide…
“La curiosidad es la respuesta al miedo. Cuando eres curioso olvidas el miedo, y así, de alguna manera, descubres la libertad”.
Theodore Zeldin (doctor en Historia) en La Contra de La Vanguardia
Estamos llegando al final de este post, y todavía me hago una última pregunta:
Por mi parte quiero poner la curiosidad al servicio de:
¿Y tu?
¿Ante qué situaciones sientes curiosidad? o ¿Qué cosas despiertan naturalmente tu curiosidad?
¿Al servicio de qué quieres ponerla?
“El dolor es a la salud, lo que el hambre es a la nutrición, la sed a la bebida, la libido a la reproducción, el miedo a la seguridad o la curiosidad al conocimiento”
Jorge Wagensberg en Si la naturaleza es la respuesta… ¿Cuál era la pregunta?
Y lo cierro declarando que la curiosidad me estimula la creatividad y me permite aprender por mi misma, no sólo por instrucción o por la sabiduría de otros, cosa que cada vez valoro más.
Por eso honro profundamente a las personas que me acompañan o me han acompañado en mi aprendizaje, despertando mi curiosidad por adentrarme en mis áreas ciegas y salir de mi zona de confort, en lugar de decirme lo que me pasa y lo que tengo que hacer, sin siquiera poner su curiosidad al servicio de preguntarme.
¿Qué cambiaría, entonces, si mayoritariamente aprendiésemos por amor al conocimiento, a la toma de conciencia, por amor a nuestros dones y talentos y a la humanidad, siempre desde la curiosidad?
Seamos curiosos y hagámoslo, a ver qué descubrimos!
Carme Tena
P.D.: Todas las fotos de este post han estado hechas por mi misma bajo los efectos de la curiosidad por conocer el mundo de la naturaleza a veces imperceptible.
M’ha fet gracia lo de olorar; si que ho olora es tot abans, si!
Un peto
Enviat des del meu iPhone
Jajaja… clar! És que el que explico és tot veritat!
Un petó,
Carme
Hola Carme, ¡ vaya artículo! Me ha encantado. Siempre leo todos tus artículos de mucha «curiosidad» Y este tanto más. 😉 Aprovecho para mandarte un fuerte abrazo. Soledad
Enviado desde mi iPad
Oh! Muchas gracias Soledad!! Es un honor ser leída con curiosidad por ti!! 🙂 Un abrazo inmenso!!
Carme
Hola Carme, me encantan tus artículos, la forma en que los escribes y lo que pones en ellos de tí. Agradezco tu generosidad al compartir tus reflexiones y descubrimientos. Un abrazo grande. Maria José
Muchas gracias, Maria José!! Si puedes ver lo que pongo de mi en lo que hago y mi generosidad es que todo esto también está en ti… ya lo sabes, verdad? 😉
Un beso grande!!
Carme
Fascinante post Carme!! No podía parar de leer (Qué curiosa!! ja,ja,ja!) Desde el principio empecé a preguntarme por cuáles emociones básicas estaban presentes en mi curiosidad y cómo, y resulta que coincidí con tu mezcla… Aunque creo que siempre tengo una chispita de miedo también acompañando/frenando un poco mi curiosidad, para intentar no meterme en problemas… Gracias de verdad!! Qué bonito!! 🙂 Un gran abrazo, Livia.
Livia, qué gusto escucharte, tan curiosa!! jajaja
Muchas gracias por tus palabras y por tu curiosidad en ir descubriendo en ti los componentes de esta emoción mixta.
Y estoy de acuerdo contigo con que también hay un poco de miedo. Por eso nombraba distintos matices o modalidades de la curiosidad, porque unas llevarán más intensidad de una o de otra emoción, y otras llevarán pizcas de ingredientes especiales. Viva la curiosidad personalizada!!! jajaja
Un beso grande y espero estés muy bien!
Carme