Hoy me he despertado, todavía dormida, con esta frase retumbando como un mantra en mi mente casi en sueños, después de una semana de total inmersión en el aprendizaje emocional desde el cuerpo, de la mano de Alba Emoting™, con un Taller de tres días de “Artesanía de las Emociones Inicial y Superior” y una jornada completa en Madrid, en el Máster en Coaching Profesional de la UAM (Universidad Autónoma de Madrid).
“Detrás de toda acción hay una emoción”…
…sea ésta una acción motriz (la que hace el cuerpo poniéndose en movimiento) o una acción mental (expresada a través del lenguaje, en conversaciones internas privadas o conversaciones públicas, sacando la voz al exterior).
“Detrás de toda acción hay una emoción”… Si. Sin duda.
Entonces… Si es verdad que “Detrás de toda acción hay una emoción”, puedo preguntarme:
¿Qué emoción me ha llevado a hacer lo que he hecho o a no hacer lo que quería hacer?
¿Qué emoción está detrás de mi movimiento… invitándome a parar, empujándome hacia delante para avanzar, poniéndole liviandad y elevando mi cuerpo para saltar y soltar o suavizando mi tono muscular para acariciar?
¿Qué emoción es la que está hablando cuando hablo?
¿Qué emoción me ha movido a decir lo que he dicho o a pensar lo que he pensado?
Y si es verdad que “Detrás de toda acción hay una emoción”, y además “quiero conocerme cada vez mejor, para vivir con mayor plenitud y bienestar”,… puedo preguntármelo del revés también:
¿Qué acciones (movimientos y conversaciones), están disponibles en mí desde cada emoción?
Es decir, ¿Qué hago, digo o pienso cuando estoy poseída por una emoción determinada?
Esto es, precisamente, lo que llevo haciendo desde hace varias semanas con la culpa. Haciéndome preguntas del tipo:
¿Detrás de qué cosas que hago, digo o pienso está -o ha estado- la culpa?
¿Qué acciones tengo disponibles cuando la culpa, una vieja amiga, todavía me visita?
¿De qué emociones básicas está compuesta la culpa… esta emoción mixta con tanto poder?
Me pasa que cuando pongo la intención y la atención en algo, toda mi energía y la de mi entorno se pone al servicio de dirigirme hacia ese lugar, a que explore eso en lo que estoy enfocada, y entonces las experiencias vienen a mi encuentro, y las ideas y los recuerdos me aparecen en cualquier momento, a veces en los lugares más insospechados… y usualmente en la ducha!
En la ducha las ideas me vienen con la misma claridad y chorro que el agua que cae. En la ducha es donde me llega la información de todo lo que está en ebullición en mi interior. Me vienen ideas, respuestas, vínculos entre unas cosas y otras y, si no las escribo enseguida, se me van… con la misma facilidad con la que marcha el agua por el desagüe de la bañera.
Así que esta carta que hoy estoy escribiéndole a la Culpa, está creada con fragmentos de notas tomadas tras la ducha o a media noche entre sueños; de grabaciones en audio en el coche o caminando, tras una conversación o después de ser invadida por un recuerdo; y de cualquier otra inspiración o lucidez aparecida en el propio momento de la escritura.
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En cualquier caso, detrás de esta acción de escribir todo esto que está vivo ahora en mi, siento varias emociones a la vez:
la compasión hacia mi misma y hacia todas las personas que como yo han sentido o vivido desde la culpa en algún momento de su existencia,
el coraje de compartir esta experiencia intima y personal con el mundo,
la esperanza de que pueda servir a otras personas.
A nivel más mental/ideológico/conceptual, detrás de la acción de escribir este post está la clara comprensión de que todas las emociones cuando nos visitan es porque tienen un valioso regalo para entregarnos, de que son una oportunidad para aprender y para continuar avanzando en nuestro camino de vivir conscientes hacia la Plenitud.
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En esta línea, cada experiencia de ‘darnos cuenta’ y de sumergirnos en ellas, es una oportunidad para practicar los aprendizajes in-corporados a lo largo de nuestro compromiso con nuestro desarrollo personal y profesional, y “porta consigo las semillas sembradas en un momento anterior, al tiempo que deja “una ‘impronta’ creativa que jamás antes habíamos advertido.” (palabras, estas últimas, tomadas de Ken Wilber, que me encantan y ahora me vienen al pelo para explicar lo que quiero decir).
Si no (re)conocemos las emociones y el papel que están jugando en cada momento en nuestra vida, no vamos a poder poner estas energías naturales humanas al servicio de nuestros propósitos superiores. Es decir, mientras más en la sombra queden, tapadas, sin ser vistas, más poder tendrán sobre nosotros y andarán libres “haciendo de las suyas”… y estando al servicio de nuestras heridas y no al servicio de la continuidad de la vida, de nuestro crecimiento y de nuestra contribución a los sistemas a los que pertenecemos o en los que queremos influir.
Hola, querida Culpa,
Cuánto tiempo sin verte ni hablar contigo!! Cuánto tiempo sin siquiera ponerte nombre!! De hecho ha sido toda una vida.
Tu sabes que has sido mi amiga invisible desde la infancia… mi amiga incondicional, siempre a mi lado, con mucha presencia, aunque no pudiese verte ni reconocerte, hasta tal punto que últimamente te tenía olvidada… como si no existieses.
Hasta ahora fuiste tú la que siempre viniste a verme, apareciendo en cualquier momento sin avisar y yo, religiosamente, te abrí siempre las puertas de mi morada… abnegada, sin siquiera preguntarte quien eras, de donde venías y como te llamabas.
Te confieso que con tu presencia me sentía muy acompañada y sin ti muy sola y desamparada, casi abandonada. De hecho, ahora me doy cuenta de que ejerciste de “madre putativa” conmigo, y por eso siempre creí que había sido adoptada. Ahora “te veo”.
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Hoy, por fin, en tu lecho de muerte, cuando estás a punto de iniciar el tránsito hacia la luz, soy yo quien vengo a visitarte, descubriendo tu identidad para reconocerte, mirarte directamente a los ojos, escuchar tu voz y darme cuenta de la importancia que has tenido en mi vida… tratando de instruirme y hacer de mi una “buena persona”.
Y lo primero que quiero es darte las gracias por esto, hoy “te veo” y veo tu buena intención.….
Estos momentos de duelo, de despedidas, son momentos donde la conexión con lo profundo, lo esencial, emerge naturalmente… y verdaderamente hoy siento que ahora que te he visto, reconocido y abrazado, vas a poder abandonar mi cuerpo y partir en paz, para transformarte nuevamente en polvo de estrellas… y para que yo pueda recuperar mi perfección original (hablando en términos de Daniel Taroppio y del modelo de las interacciones primordiales).
Ahora que “te veo”, puedo darme cuenta de cómo has estado incondicional a mi lado durante toda la vida. Pasando desapercibida, en la sombra, sin querer quitarme el protagonismo. Haciéndome creer que tus palabras eran las mías. Que tus órdenes eran mis deseos. Y que tus deseos eran mi sabiduría.
Hoy puedo ver tu buena intención, tratando de que hiciese bien las cosas, siendo fiel a esos dictados que me chivabas cuando éramos pequeñas… Lo hiciste tan bien! Que nunca dudé que tus mensajes no fuesen los que “deberían ser” para aprobar el examen de la vida. Mientras yo también lo hacía muy bien… esforzándome en ser «una buena alumna», en el fondo, queriendo ser “la mejor”… aunque nunca lo lograse.
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Te felicito por la finura de tu trabajo en mi. Penetrando poco a poco, delicada y suavemente, sin ni siquiera poderme dar cuenta de tu presencia.
Y hoy, por fin, “te veo”.
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Culpa, de ti aprendí, desde muy pequeña, a jugar juegos de poder, te gustaban los juegos donde había normas, leyes y obediencia, donde había jueces y culpables, castigos y condenas, pecados y disculpas. Y me invitaste a jugarlos en el patio de la vida. Y yo, siempre muy obediente, acepté.
Al principio solía jugar el papel de la que acataba las normas, diciendo que si a todo y recibiendo, orgullosa, premios por eso. Después me lo fuiste poniendo cada vez más difícil, los juegos cada vez fueron más arriesgados, y las tentaciones de saltarme las normas más grandes! Pero yo, resistía tentaciones y continuaba jugando tu juego mientras interiormente pedía perdón por querer salir del terreno de juego.
Y fue entonces cuando empecé a ser juzgada más duramente como culpable… porque tu escuchabas incluso mis pensamientos… y a jugar de lleno el rol de víctima… en un juego imparable donde cada pequeña e insignificante acción “fuera de la ley”, tenía claramente un castigo, con una pena que cumplir y unas disculpas que pedir… casi por ser como era… por sentir lo que sentía… por anhelar lo que anhelaba… por no ser lo que “debería estar siendo”, por no hacer lo que “debería estar haciendo”, o por no sentir lo que “debería estar sintiendo”.
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Querida Culpa, la condena que me impusiste por mis actos de desobediencia ha sido muy larga!! Fuiste muy dura conmigo!! ¿Estás de acuerdo conmigo? ¿No crees que se te fue la mano?
Me condenaste a no ser feliz, y a pasar una y otra vez por experiencias en esencia similares, con personajes distintos y en ámbitos diferentes, para aprender a “portarme bien”, a complacer a los demás, a acatar los deseos y órdenes de otros… y a esforzarme por que reinase la felicidad en mi entorno, mientras tu me dabas duro, mostrándome todos mis pecados de pensamiento, palabra, obra y omisión!!
Por supuesto, cuando tu juzgabas que no había hecho todo lo suficiente para que todo “estuviese bien”… el castigo siempre era el mismo: me abandonabas y me mantenías aislada en una celda, en profunda soledad, para que desapareciese de las tentaciones del escenario de la vida. El castigo más duro era invisibilizarme, acallar mi voz y sobre todo detener el movimiento libre de mi danza primordial.
Jugando estos juegos de poder, vi también tu atractivo… ¿debe ser eso que llaman “la erótica del poder”?
Jugando este juego de lo que está bien y de lo que está mal, de obediencia y castigo, tu irresistible atractivo acercó a mí a las personas y situaciones que me hicieron sentirte fuertemente dentro de mi, jugando de víctima culpable con perpetradores sin piedad… después, de dura juez implacable con quienes se sentían culpables y me daban autoridad, en una inacabable danza dramática que me mantuvo muy lejos del disfrute de la vida y del gozo de sentir los vaivenes del camino que estaba recorriendo… Aunque externamente no se viese.
Fuiste muy buena adiestrándome a que nada de lo que ocurriese se viese por fuera!!
Tantos años llorando por ti, llorando en silencio por Culpa… y pidiendo dis-culpas por “ser como era”.
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Ahora que “te veo”, “me veo”.
Y “me veo” habiendo vivido la vida sintiéndome:
- una hija culposa, por no haber sido todo lo buena que hubiese tenido que ser ni suficientemente agradecida con mis padres por todo lo que me dieron y me están dando.
- una hermana culposa, por no haber sabido crear complicidades entre nosotros y una convivencia y una unión parecida a la de las películas de «mujercitas», «la gran familia» y similares.
- una pareja culposa, por no haber llegado nunca a ser «esposa», por no haber logrado mantener una relación duradera con ningún hombre, y no haber conseguido ese “compromiso de vida” y “matrimonio de película de Hollywood” o de cuento de hadas, con el que soñaba de pequeña. Y también por haber “destruido” la familia que creamos… y no haber podido mantener lo que para mi era tan deseado y tan bueno para todos (una familia unida y feliz).
- una amante culposa, por haber permitido que mis emociones y sentires interfiriesen en la intimidad de mi alcoba y por que el despliegue de todo mi ser sexual y sensual no hubiese sido suficiente para dar el necesario placer a un hombre y desde allí retenerlo fiel a mi lado para gozar juntos hasta la eternidad…
- una madre culposa, por las circunstancias que rodearon las concepciones de mis hijos y todo lo que viví durante sus embarazos, con toda la influencia negativa que pueda haber tenido en ellos (como demuestra la epigenética), por no haber estado a la altura de lo que se esperaba de mi como madre, por no haber estado todo lo presente que debería haber estado, no haber sabido crear un vínculo más estrecho con ellos y también entre ellos, y sobre todo por no haber sabido crear una única “familia perfecta”, para su “perfecto” crecimiento y desarrollo.
- una amiga culposa, por estar tan ocupada con todos mis «deberes», que no les dediqué el tiempo que requería cultivar las amistades, y sobre todo por creer que yo no era suficientemente divertida, simpática y entretenida como para merecer tener amigas y amigos y simplemente pasarlo bien.
- una profesional culposa, por no saber de todo y no tener toda la expertisse y toda la formación y competencias que todo profesional de hoy en día debería tener, aún teniendo en casa todos los libros necesarios para conseguirlo, estar trabajando todo el día, fines de semana incluidos, y hacer todos los cursos y formaciones posibles para lograrlo…
- una mujer culposa, por no tener el tipo, el estilo, la altura, el peso, la belleza, la dentadura, el pecho, el vientre, etc. que debería tener para ser “deseada” y “elegida” para agradar y complementar al hombre. Y más tarde también por estar escuchándome y haciendo lo que quiero y siento desde lo más profundo de mi ser.
- una ciudadana culposa, por ser demasiado superficial, irresponsable y poco comprometida con el mundo y lo social, además de no entender nada y mirar de lejos el mundo de la política, de la economía, y de los movimientos de la diversidad del sistema global mundial.
Además de todo esto, hoy, viéndome, me doy cuenta que de ti, Culpa, aprendí mucho de tus componentes básicos.
- Del miedo. Empecé sintiendo miedo al castigo por no seguir esas “leyes” que tu me dictabas. Miedo que me movía a obedecer, complacientemente, todos tus mandatos… Miedo que, a la vez, me enseñó a abrir los ojos y estar atenta a las señales de lo que no quería más en mi vida, de lo que estaba poniendo en peligro mi vida, mi dignidad.
- De la tristeza. Tristeza que me recogía y me encerraba en mi, en mi soledad, en esos retiros de confinamiento en la celda de castigo, que me invitaba a seguir escuchando una y otra vez tus directrices y mensajes que resonaban internamente en mi interior… Y con la que, afortunadamente, también aprendí a ir escuchando mi propia voz interior, lúcida, intima, sabia y profunda, que siempre ponía la semilla creativa de lo nuevo que iba a venir.
- Y de la rabia que, como muy bien tu me instruiste, debía dirigir a mi cada vez que no cumplía con lo que tu me indicabas, para criticarme, darme duro y destruir lo “malo” que estaba emergiendo en mi! Para después hacer lo mismo con los demás… Hasta que empecé a hacer uso de esta poderosa energía emocional para salir de esta dolorosa zona de confort en la que estaba atrapada, y conquistar los nuevos territorios anhelados, visitados en la intimidad de la tristeza, y de la mano protectora y atenta del miedo.
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Culpa… ya ves que has sido súper importante en mi vida. Invisiblemente, has ido tiñendo mis acciones en todos los ámbitos de mi ser en el mundo, para acabar siendo una gran maestra.
Gracias, Culpa, por ponerme todo esto en el camino, para poderlo ver hoy con tanta claridad. Para poder verte a ti y sobre todo poder verme a mi!! Y ver mi “poder personal”, el mío propio, para elegir jugar los juegos que quiera de aquí en adelante, cuando tu ya no estés conmigo.
Uf!! Cuántas cosas me están saliendo hoy… justo el día de tu partida… el día de las dis-culpas, de la amorosa liberación y transformación de la culpa.
¿Qué, qué? ¿Qué dices?… ¿que me ha salido demasiado largo este post? ¿Que a estas alturas debería haber aprendido a ser más concisa? ¿Qué si la gente no lo lee hasta el final será mi qué??? Jajaja…
Querida Culpa… has sido “Genio y figura hasta la sepultura!!”
Te has vuelto a salir con la tuya… Te has ido queriendo decir tú la ultima palabra. Y aún así bendigo tu presencia en mi y toda tu compañía. Ahora te suelto… te dejo marchar!
…..
Éstas han sido tus últimas palabras y tu última exhalación…
Y yo inhalo profundo el primer aliento de esta nueva vida, y tomo toda la responsabilidad de mis acciones de aquí en adelante.
Descansa en paz!
Carme
Hoy, día 12 de octubre de 2015, declaro inaugurado este ilusionante nuevo ciclo de mi vida, sola “conmigo misma”, sin la Culpa como asesora y amiga.
Hoy es mi primer día guiada y movida por mis propias leyes internas.
Libre de Culpa, voy a responsablemente seguir los dictados de mi corazón, de mi naturaleza humana femenina y de las nuevas leyes que nacen de haber transformado:
Desde mis primeros pasos movidos por la Plenitud, deseo que vuestro viaje por la culpa también tenga un Final Feliz!!
Carme Tena
Gracias Carme,
Sí, llegué hasta el final.
Un fuerte abrazo, Soledad
Muchas gracias, Soledad!
Por llegar hasta el final! 🙂
Un beso grande, amiga,
Carme
Si, Carme y la Culpa que se fue, también llegué hasta el final y llegué con las lagrimas cayendo a chorros por mi rostro conmovido. Porque detrás de cada acción hay una emoción y esa emoción está conectada a profundas necesidades humanas que hablan y a veces gritan… Un beso, Vanessa.
Gracias, Vanessa… Y las lágrimas que tu describes, según mi experiencia, son siempre el regalo de nuestro cuerpo cuando suelta y descansa tras haber recibido alimento para el alma…
Gracias por compartirlas conmigo… y con todos.
Carme
Precioso Carme una carta verdaderamente real
Palabras preciosas que describen mi vida y las de muchas mujeres. La culpa ya la vi y ando en duelo de liberarme definitivamente de ella, gracias por enseñarnos cómo.
Muchas gracias, Patri! Si… la culpa es compañera de muchas personas, y especialmente de las mujeres… comparto tu opinión… y aprender a vivir sin culpa es nuestro nuevo desafío!!
Y para esto, el duelo es inevitable…
Muy agradecida,
Carme
Gracias Carme una vez más por poner el espejo.
Sí, yo también he llegado al final del post, ahora me queda llegar al final de la culpa! Un beso
Muchas gracias, Sònia! Yo pongo el espejo y tu te miras en él… 🙂
Esto es un regalo para las dos…
Gracias por ver mi espejo y mirarte en él.
Y para llegar al final, hay que hacer el camino… al ritmo que quieras, acompañada de quien quieras y con el habituallamiento que necesites…
Aqui estoy para lo que quieras.
Un beso grande!
Carme
Gracias por tu valentía, al compartir tus emociones, tus sombras que, también son las mías. Enhorabuena por transformar la culpa, por aceptar quien eres, sin excusas ni miedos. A fluir!!!!!!!
Muchas gracias, Itziar!
El trabajo con las emociones requiere valentía!
Aunque todas traen su regalo, algunas no son tan fáciles de vivir y menos de reconocer.
Asi que… metiéndome yo primero para acompañar a otros a meterse allí.
Un besazo y cualquier otro dia nos volvemos a zambullir juntas! 🙂
Carme
Hola Carmen! Yo también llegue al final del post, no podia dejar de leer aunque estava a punto de romper a llorar. Gracias por compartir lo es precioso y me veo! Ahora solo queda dejar ir toda esa culpa.
Un gran abrazo!
Gracias, Gema!
Y mi experiencia es que dejar ir la culpa sin culpa es el camino… Y para que salga de fondo, de raiz… no podemos cortarle solo las ramas, necesitamos hacer un trabajo fino de ir escarbando en la tierra, para que no queden restos que vuelvan a brotar…
Ahí estamos muchas de nosotras! Y vayámoslo haciendo juntas. Esta es la idea…
Un beso grande, honrando tus lágrimas que no se si finalmente las dejaste salir… sin culpa 🙂
Carme
Pingback: Hola Culpa, vieja amiga: ahora “Te veo” y “Me veo” | Carme Tena
Gracias Carme, emocionada y sin palabras.
Un abrazo muy fuerte y agradecida por compartir y mostrarnos que si somos conscientes, podemos cambiar el rumbo de nuestra vida hacía la Plenitud, llegando a nuestra «Isla» en paz al final de nuestro camino.
Gracias.
Muchas gracias, Tomi!
Y, efectivamente, ser conscientes nos da la posibilidad de hacer algo.
Me llega profunda y genuina tu emoción.
Un gusto saber de tu compromiso con tu crecimiento.
Un beso muy grande,
Carme
Emocionante y revelador de principio a fin.
Gracias Carme muy agradecida.
Gracias Carme!
Siempre es un placer leerte y sentirte tan profundamente!
Hacia tiempo que no era tan consciente y me daba cuenta de tanta culpa acumulada. Gracias por enseñármela y darme la oportunidad de poder soltar otra vez.
Un gran abrazo de la tigresa.
Gracias a ti, Carolina!!! Las profundidad a la que podemos ir accediendo en nuestro aprendizaje es infinito… o no… no lo se… jajaja
Pero, de momento, a mi también me pasa que hay oportunidades de «otra vez» volver a mirar lo mismo desde un nuevo lugar.
Gracias a ti por leerme y siempre responderme…
Un beso grande!
Carme
Hola Carme,
Avui he trobat aquest post, i uau! m’he sentit tant identificada amb totes les facetes culposes que descrius….
Ho veig i ho reconeixo en mi, però encara em queda un llarg camí fins a poder despedir-me d’ella,…. en fi, reseguirem el camí fins a poder agraïr haver-lo caminat.
Gràcies
Gràcies, estimada Marta!
I la bona noticia és que arribar a acomiadar-nos d’ella és un procés… que podem fer més ràpid o més lent, segons el que estigui disponible en nosaltres a cada moment.
Des de la meva experiència ara mateix puc dir-te que és possible! 🙂
Una forta abraçada,
Carme
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Excelente, que buen ejercicio y que forma de quitar las capas que quitan la luz!!!! Cuándo vienen a Colombia?
Hola Clara, muchas gracias!! Cuánto nos alegramos de que te haya servido!! De esto se trata, de que sirva!!
No tenemos previsto ir a Colombia pero me encantaría volver a este preciosos país. Si en algún momento vamos, te lo haremos saber. Un fuerte abrazo!
Carme