Siento que ya es momento de sacar a la luz y dejar volar la vergüenza!! Hace mucho tiempo que quiero hablar de esta emoción, porque siempre aparece, es recurrente en mi. Pero confieso que me daba vergüenza no hacerlo suficientemente bien… Si. Es así.
Desde hace tiempo, detrás de todo lo que voy recordando y escribiendo, siempre aparece un “y tenía vergüenza” o un “me sentía avergonzada”,… o “no dije o no hice tal cosa por vergüenza”.
¿Qué hace que ahora ya pueda hablar de la vergüenza sin vergüenza?
Pues el reconocer que no ha sido en balde todo el trabajo que llevo haciendo desde hace años… y que por experiencia, tengo algo de valor para contar públicamente. Ahora, después de años moviendo, capita a capita, todas las otras emociones que estaban por encima, tapando la vergüenza, he podido escucharla sin rechazo y liberarla de las profundidades donde siempre ha estado… en el fondo… en el fondo.
Así que han sido varios los motores que han hecho que sea hoy que escribiese este post…
Por un lado este darme cuenta, en los últimos tiempos, de que esta emoción está apareciendo por debajo de cualquier experiencia que he vivido a lo largo de la vida; por otro lado, el ver cada vez con mayor claridad que no es una emoción “sólo mía”, sino que las mujeres la llevamos muy grabada, y desde hace siglos, en nuestro cuerpo, como parte del repertorio básico de cómo “debemos” estar en el mundo; y por último, dado que se aproxima una nueva edición de Cenefas, el Taller de profundización y exploración con las emociones mixtas a través del método Alba Emoting™, es una nueva oportunidad de compartir cómo trabajamos con las emociones al servicio de que sean el motor de nuestros procesos transformacionales.
Quiero contaros, también, que en todos mis escritos trato de hablar siempre desde mi experiencia personal, no desde lo teórico, porque es desde donde mejor se hablar, donde reside todo mi conocimiento. Es por esto que esta conversación va a ser al rededor de la vergüenza y no de cualquier otra emoción. Las personas que me conocen desde pequeña y que todavía tienen relación conmigo, habrán visto que he hecho todo un largo e intenso proceso de ir liberándome de mi vergüenza para mostrarme cada vez más tal como soy, con lo que me pasa, con lo que pienso, quiero y sobre todo, siento.
Explico esto porque al ser desde mi que estoy escribiendo, puede haber lectores que sientan que su experiencia personal es radicalmente distinta, y está perfecto!! Cada persona vive las cosas desde su particular manera de vivir la vida y, ante esto, no tengo nada que decir, solo honrar y reconocer las distintas realidades. Mi experiencia me ha demostrado que las experiencias emocionales son experiencias individuales, personales, cada uno tiene las suyas. Así que puede ser que nos estemos viviendo las emociones de formas distintas, y que incluso haya quien esté leyendo este post y que jamás haya sentido vergüenza. Y que además sea mujer!! jajaja… Y está perfecto!!
De hecho todavía me avergüenzo cuando recuerdo momentos donde no he podido legitimar maneras distintas de hacer y sentir… creyendo que lo que yo pensaba que tenía que ser era lo que tenía que ser. Lo siento…
Esto por un lado…
Y por otro lado, como ahora ya no me avergüenzo de no saberlo todo, os cuento que en mis escritos también suelo hacer referencia a maestros o personas importantes de las que he aprendido lo que no sabía, y de la mano de quienes he ido haciendo este camino de transformación.
Entonces, si miro mi vergüenza desde Alba Emoting™ (método que conocí en mi formación como coach ontológico en The Newfield Network en Chile, y aprendí con su creadora Susana Bloch), sabiendo que es una emoción mixta, de momento distingo que, claramente, tiene un alto contenido de miedo. Un miedo que me paraliza, me esconde, me oculta como un secreto, que me tira para atrás, que me hace desaparecer de escena,… movimientos todos impulsados por la propia respiración del miedo, que se inhala de golpe por la boca, se contiene, y contrae la musculatura… provocando que el despliegue de todo mi mundo de posibilidades quede bloqueado.
Cuando pude empezar a ver esto… que mi vergüenza estaba compuesta mayoritariamente de miedo, pude empezar a preguntarme o permitir que otros me preguntasen, ¿Cuál es el peligro, Carme? ¿De qué te alejas? ¿Que escondes? ¿A qué le tienes miedo? Aunque no siempre tenía respuestas para dar o, si las tenía, todavía no las expresaba… por vergüenza…
Además de miedo, en mi vergüenza también hay un poquito de rabia. Incluso he podido identificar que esa rabia a menudo ha sido dirigida hacia mi misma. Por ejemplo, rabia de no tener el coraje o no tener la fuerza para mostrarme como lo estaban haciendo otros a mi alrededor. Rabia de no poder sostener lo que estaba empezando a mostrar de mi.
Así que en plena vergüenza, mi rabia queda contenida y oculta entre las paredes musculares que construye el miedo que, en este caso, es más grande que la fuerza impulsora hacia delante de la rabia.
Y no son sólo estas dos emociones básicas las que construyen mi vergüenza, sino que también hay tristeza. Gracias a ella, cuando siento vergüenza tengo una mezcla entre tensión y la relajación muscular suficiente para encogerme y recogerme hacia dentro, en lugar de mostrarme hacia fuera, exponerme y sacar a la luz mi esencia interior.
Ahora bien, en mi experiencia, en algunas modalidades de la vergüenza que a menudo he sentido, también he percibido algunas gotas de erotismo…, y por lo tanto una leve aunque manifiesta tendencia o movimiento a la seducción. Gracias al erotismo, aparece en mi rostro un rubor, una mirada que sube y baja, mirando y retirando la mirada, en un deseo de no ser vista y a la vez querer atraer la atención de la otra persona hacia mi, de si ser vista, e incluso rescatada de ese lugar emocional.
Y todo ese coctel de emociones básicas, cuando lo ingiero y habita ese sensible recipiente que es mi cuerpo, rápidamente me vitaliza la experiencia emocional de la vergüenza.
Es tan inmediato su efecto, que me hace pensar que lo he estado mamando desde la teta. Y eso no quiere decir que mi madre tuviese vergüenza, que probablemente también, pero sí quiere decir que siento que viene de tiempos inmemoriales!!!
Llevo sintiendo vergüenza desde siempre, desde que tengo uso de razón, desde que por naturaleza y propia evolución empecé a estar en presencia de otros, a ser vista por los demás.
¿De qué me protegía y todavía me protege, la vergüenza? Esto todavía me da vergüenza escribirlo, pero resumiendo, sería algo así como mostrar que no soy/era perfecta. Algo que a mi juicio era sentirme insuficiente.
Recuerdo sentir la vergüenza ya desde el parvulario. Recuerdo también que fue aumentando cuando fui al colegio, incluso cuando éramos sólo chicas la vergüenza estaba siempre allí. Y claramente se acentuó cuando, de adolescentes, nos juntaron con los chicos,…
La frase “me pongo roja”, la conozco muy bien, es una intima amiga mía de toda la vida. Recuerdo en el colegio estar el profesor pidiendo a los alumnos que leyéramos un texto en voz alta, diciendo: “ahora continua tu, fulanito…”, “y ahora sigue tu, sutanita…”, y yo estar con la angustia de pensar “espero que no me toque a mi”… y cuando escuchaba “Ahora tu Carme!”… buffff!
Me levantaba (porque nos teníamos que levantar para leer), me ponía roja como un tomate, me temblaba la voz, me temblaban las piernas, se me nublaba la cabeza, ni siquiera sabia lo que estaba leyendo,… sufriendo las consecuencias de una intensidad altísima de vergüenza, donde cada una de las emociones básicas que la componían empezaban a hacer su trabajo magistralmente para llevarme a niveles de intensidad espectaculares, visibles externamente y vividos profundamente. En esos momentos mi ser no tenía otra posibilidad que desaparecer del mundo, dejar de existir por unos instantes y, a veces, por horas, días, y semanas, como consecuencia de la vergüenza de recordar ese momento, como un tormento, por eso que todo el mundo vio de mi que no debería haberse visto…
Ahora mismo que estoy escribiendo esto, estoy sintiendo esa intensa vergüenza, estoy recordando esos sentires, movimientos, sensaciones… y también estoy sintiendo, a la vez, la vergüenza de este preciso instante por estar contando lo que estoy contando, la vergüenza de exponerme, de desvelar mi secreto… Uf!!! Cuántas vergüenzas!! Qué pensará quien lea lo que estoy escribiendo?… Será que todavía juzgo que algo de lo que estoy diciendo no está bien?… Debería haber sido menos vergonzosa, haber hecho las cosas diferente?
Ahora me aparece una nueva emoción que se va pareciendo más a la culpa… entonces… ¿Cuál sería la diferencia entre la vergüenza y la culpa? Vayamos investigándolas desde el cuerpo… espero vuestros comentarios también.
Si. Todavía ahora siento vergüenza de mostrarme en algunos espacios. Aunque es muuuuucho más leve, en intensidad mucho más baja, y de menor duración. Me doy cuenta de que, en mi viaje de crecimiento a través de la vergüenza, mi forma de reaccionar fue evolucionando sacando la rabia hacia fuera. Entonces empecé a tener a la mano, como mecanismo de defensa, el juzgar y criticar a los demás… cuando los juicios y criticas hacia mi misma fueron insoportables… Esta fue la primera forma que aprendí de salir de ahí.
Y mirado desde Alba Emoting™ esto es muy interesante, porque cuando estamos en una emoción mixta, hay algunas maneras naturales de moverse desde ahí: una es apareciendo con la completud de toda esa emoción, y otra es tirando mano de uno de sus componentes básicos (miedo, tristeza, rabia o erotismo, en mi caso con la vergüenza), intensificando la emoción y poniéndola en movimiento.
En este caso yo aprendi que mi mejor forma de salir “del dolor y de la prisión de mi vergüenza” era dirigir la rabia que hasta entonces estaba dirigiendo a mi, hacia el exterior,… culpando o atacando a eso o a esa persona que yo interpretaba que era la responsable de que yo no “apareciese”… acción que, por supuesto, no era más que una proyección o un espejo de mi propia voz interior…
Mi proceso ha sido revisitar todo esto y mirar nuevas y diferentes maneras de adentrarme en mi vergüenza, y de moverla para transformarla. Otras formas de dirigir la rabia para construir lo que quiero y tener el coraje para mostrarme como, donde y cuando quiero, en lugar de utilizarla para destruir(me)…
En cualquier caso todavía ahora me encuentro silenciosamente atrapada por la vergüenza de vez en cuando y afortunadamente, lo que me ha provisto mi trabajo personal es darme cuenta mucho mas rápido de que está allí, poder sentirla sin esconderla, escuchar el mensaje que me está trayendo (habitualmente grabaciones bastante antiguas a las que ya no les doy autoridad) y elegir qué quiero hacer con ella en ese momento… si hacerle caso porque es adaptativa y oportuna, neutralizarla con un step out, o bien estirar alguno de sus componentes para transformarla en otra emoción que me permita abordar la situación como ahora, en este preciso momento, quiero verme abordándola.
Y para llegar a este momento, a mi me ha servido mucho rendirme, a menudo, a la tristeza. Conectarme con ese otro ingrediente que me ayuda a estar conmigo, a ir hacia dentro, a ir a buscar no solo la creencia, pensamiento, juicio que hay detrás y que ahora necesito dejar ir… soltar… porque en la actualidad ya no es vigente, sino también para escuchar lo nuevo que está dentro que está queriendo salir y que, gracias a la vergüenza, está siendo ocultado y dejándose morir…
Esta es sólo mi experiencia personal, mi vivencia de la vergüenza, mi sufrimiento con la vergüenza, visto desde algunas de mis herramientas actuales, como lo es Alba Emoting™. Sólo es esto. Mi experiencia. No lo toméis como una verdad ni como la única manera de trabajar con Alba Emoting™.
Esta ha sido mi exploración. ¿Cuál ha sido tu experiencia con la vergüenza? Compártela con nosotras, sin vergüenza… o con vergüenza y todo!!!
Y llegado este momento me pregunto ¿Qué voy a hacer ahora que ya no vivo desde la vergüenza?
Pues como decía mi maestro Julio Olalla, “voy a atreverme a ser desvergonzadamente bella!!!”, jajaja… que es lo mismo que decir “voy a atreverme a ser, desvergonzadamente, yo misma!!!”.
Encontrando, siempre, los lugares de confianza donde ir apareciendo, donde ir abriéndome, donde continuar desnudándome sin vergüenza, sin sentirme juzgada… para seguir aprendiendo a dejar de juzgarme a mi misma y continuar mi viaje… mi viaje a convertirme en una “anciana formidable”, como dice Jean Shinoda Bolen, en su libro “Las Diosas De La Mujer Madura”.
“La sabiduría permite canalizar la rabia hasta convertirla en el compromiso de provocar el cambio y la actitud resuelta que se precisa para hallar el camino más idóneo. Gracias a la sabiduría, por último, la culpa y la vergüenza no atenazan a la mujer, ni la instan a que eluda la verdad o los sentimientos de rabia. Por consiguiente, siempre que la rabia se alíe con una estrategia inteligente, las mujeres mayores se transformarán en ancianas formidables”.
Jean Shinoda Bolen, “Las Diosas De La Mujer Madura”
Gracias por acompañarme a soltar mi vergüenza… con el deseo de haberte inspirado a soltar o a visitar la tuya.
Carme Tena
Gracias Carme! Qué potente, la vergüenza! Como la expresa mi cuerpo, tan claramente, tan instantáneamente. Me encanta eso del erotismo. Porque profundamente buscamos ser salvados de ese abismo de insatisfacción interior y nuestra sabiduría encuentra la manera de pedir auxilio. Equivocando la dirección, porque efectivamente está en reconocer mi grandeza interior, mi universalidad, el medio para transitar esa «verguenza», que decía de niño. Que gusto va a ser seguir profundizando con Alba Emoting en mi mundo emocional. Un abrazo bien apretado, sin vergüenza ninguna! 🙂
Muchas gracias, Jose!!! Si… es todo un universo, la vergüenza… y todo el mundo emocional en general.
Nos vemos pronto en Málaga!!! Un beso.
Me ha encantado el post. Gracias por compartir emociones tan íntimas.
He sido un niño muy tímido desde que recuerdo ser… algo. Y el transitar por la vergüenza ha sido también traumático. Yo salí de ella mostrando una parte divertida, así la gente podría reirse «conmigo» en lugar que estar observándome y juzgándome y lanzando sus rayos invisibles para intensificar mi sensación vergonzante. Es curioso, veo que la vergüenza me pudo ayudar a sacar una parte de mí que aunque en un primer lugar fue defensiva, se ha convertido tras los años en algo fundamental no solo en mi carácter, si no de algo más auténtico de mi ser.
Y ahora me encuentro aquí, en tu blog, agradeciendo mi experiencia con esta emoción tan represiva. Gracias vergüenza por ayudarme a redescubrirme.
Un abrazo Carme.
Que bonito lo que cuentas Quique!! Esto muestra que no hay una única manera de hacer los caminos de aprendizaje emocional… cada uno sigue el suyo! Y doy fe de tu sentido del humor y tu sensibilidad, al menos así te recuerdo…
Y me encanta que el post haya servido para que abraces y agradezcas tu experiencia con la vergüenza. Gracias por hacerlo público, sin vergüenza…
Un beso grande. Muy agradecida por tu contribución… Carme
Soy Elena, de Argentina, tengo 60 años. También soy Coach ontológico , continúo mi Formación en la línea de Rafael Echeverría y Julio Olalla, y este relato tan bello que acabo de leer , de tu autoría, lo pude haber escrito yo, también!!!! Gracias por tu «des-vergonzado en proceso » relato de esta emoción tan compleja, tan comprometedora de la vida de un ser humano. Personalmente he encarado mi vergüenza desde mi tratamiento con el Coaching y lo complemento desde el Complejo de Jonás. Voy des-cubriendo-me y aceptando amorosamente mis dones mis talentos y aquellas capacidades que fueron «peligrosas» de manifestar en mi entorno familiar y social… que aprendí y sigo asintiendo hoy en día que era lo que teníamos para compartir por aquellos tiempos tan distintos,¡ agraciadamente! de los que hoy podemos vivir… porque hasta el hecho de relatarlo en la Web nos ayuda !!!! Al decir de Abraham Maslow:»Al igual que tememos lo peor de nosotros , tememos también, lo mejor: Tememos a nuestras máximas posibilidades. Por lo general nos asusta llegar a ser aquello que vislumbramos en nuestros mejores momentos, en las condiciones más perfectas y de mayor coraje. Gozamos e incluso nos estremecemos ante las divinas posibilidades que descubrimos en nosotros mismos en tales momentos cumbre, pero al mismo tiempo temblamos de debilidad, pavor y miedo ante esas mismas condiciones. ¿Quién tiene el coraje de mostrarse diferente de mostrarse mejor que otros en algo novedoso y único, cuando el entorno «adulto y poderoso» impone la formulación de una personalidad defensiva y/o violenta?»
» Podríamos pensar que para des-plegar nuestra misión debemos romper nuestros moldes aprendidos. Como Jonás, que para desplegar su misión debía enfrentar el desafío de salir del refugio (seudo protección) de la ballena: nuestras personalidad limitante». Comprendo tus palabras en mi corazón, y las enmarco en «Es un acto de generosidad entregar al mundo lo mejor de nosotros mismos». GRACIAS GRACIAS GRACIAS!!!!!
Muchas gracias a ti, Elena! Por tu testimonio y el regalo de tu frase: «Es un acto de generosidad entregar al mundo lo mejor de nosotros mismos». Estoy de acuerdo contigo! Convirtámonos, entonces, en «ancianas formidables”, como dice Jean Shinoda Bolen. Un fuerte abrazo!
Gracias Carme, qué inspiradoras tus palabras!
Yo reconozco esa mezcla de emociones básicas en mí: miedo, rabia (hacia dentro y hacia fuera) y tristeza. Es un mecanismo de defensa aprendido hace mucho…y ahora puedo ver que nació de la vergüenza… a ser juzgada positiva o negativamente. Yo lo he llamado siempre «enfado», y en estos últimos tiempos de exploración personal lo desgrané en esas tres emociones básicas.
Ahora, tras leer tu texto, exploraré si sigue siendo «esa vergüenza» la que gatilla «el enfado» que me permite huir de las miradas…
Mil gracias y un abrazo! Espero que nos volvamos a ver pronto en Málaga.
Gracias a ti, Sandra, por tu testimonio, y por tu disposición a continuar aprendiendo!
Voy a estar en Málaga este próximo fin de semana, ven a continuar explorando!! Aprovéchalo!!
Un beso grande!
En primer lugar mi declaración de agradecimiento por compartir, por estar presente, aquí, asi y ahora. Compartir mis experiencias es un reto pues yo tambien he vivido desde la vergüenza inculcada hereditariamente…. como el ser mujer y lo que significa en mi sociedad latina ….. He crecido en provincias de Peru… Con un sin número de tabues aprendidos …. Hoy por hoy intento comprenderme y validar lo que siento y hago desde encontrar mi maravilloso ser….. Estoy en pleno proceso de afiatarme y disfrutar teniendo en cuenta las polaridades de la que estamos compuestos….como la funcionalidad del coraje y la prudencia o la disfuncionalidad del temor y su opuesto la violencia……. cuanto me funciona accionar desde cada opuesto?…. Me sirve en algunos momentos atravesarlos?…. Cuanto y que me estoy perdiendo por no gozar lo que me toca? Desde donde veo y afrontó mi poder personal?… Donde dejo mis sentimientos por hacer y hacer y hacer y no pararme a sentir???…. Cuanto callo y no expreso mis emociones???…y mi intuición me doy la posibilidad de escucharla?. Estoy dispuesta a trascender?…. En fin… Gracias por el espacio y el tiempo…. Abrazos desde Lima Perú…
Gisella, muchisimas gracias por abrirte a compartir, aun y la vergüenza inculcada hereditariamente de la que hablas… que las mujeres de muchos países del mundo conocemos. Gracias por traer las polaridades y tus preguntas… nos sirven a todos y todas. Un fuerte abrazo!! Carme
Gracias Carme, me encanto tu post, es como si estuviésemos conversándolo. Será casual que este finde facilitando un proceso me encontré con el poder de la vergüenza y recorrer sin apego el proceso vivido sobre esta emoción. Recordé como debido a mis imperfecciones físicas, esta emoción estuvo muy presente en mí, y cada verano con la pandilla se hacía presente al llegar el momento de lucir el cuerpo. Consciente del registro emocional corporal que está en mi histórico, pero el momento en el que mis compañeras descubren que había llegado a recibir la menstruación, en la clase de ballet, creo que fue uno de los más impactantes, o cuando de niña mi padre me marcaba la vergüenza porque no me supe las tablas bien. Si lo miro en intensidad emocional, creo que me llevo el momento que compartí contigo en la primera regional en la formación de ACP, cuando tuve que mostrar mi tema delante de todas las personas, y sintiendo ese miedo paralizante, la vergüenza se mezclaba con la otra emoción mixta del coraje, y no sabía cuál de las dos me dominaba más, y bueno que si lo hizo, porque cuando recibí feedback público, me hice chiquitita, y quería desaparecer, pero al día siguiente llegó la alegría de haber sostenido la emoción a pesar de toda la situación, ahora, sí, con todos los aprendizajes de esa regional, creo que aprendí sobre la vergüenza más que cualquier otra distinción del momento. Tu y Kim estabais ahí sentadas al fondo, yo os veía como la inquisición, venga a anotar todo, y para sobrevivir a la vergüenza, recordé el “Pass de Burree “ aprendido en ballet, donde para hacer un buen giro necesitas mirar a un punto fijo, para sostener la emoción, y aunque la técnica del alba Emoting estaba presente, en aquel momento no estaba tan integrada, y mi recurso fue la mirada al punto fijo aprendida en la infancia. En aquel momento estaba en el otro y ahora que me siento en mí, no me da vergüenza mostrar lo que siento aunque el cuerpo recurra a su histórico aprendido y siento gratitud del camino recorrido, y de convertirla en mi aliada, pues me permite transitarla para llevarla al servicio del cuidado a lo que está presente en el campo en el momento.
Muchas gracias, Inés!!! Si… es tan potente la vergüenza, y tan presente en tantos momentos!!… y como ahora estamos viendo, es una palanca de desarrollo emocional brutal!! Muchas gracias por tu testimonio. Lo recuerdo. Lo honro. Lo admiro. Lo conozco. Un beso grande!
Gracias Carme por el post¡.
Encuentro la vergüenza muy limitante. y siento que la llevamos incorporada desde pequeñitos,…
Lo que siento, es que en cierta forma, librarse de ella, es poderoso, es como quitarse un corse de hierro; ¡quizas es interesante como lo conseguimos¡.
En esta sociedad, creo que tiene mucho que ver con lo físico, y luego pasamos al juego, y las capacidades y llegamos al trabajo y los puestos,…en fin, una carrera continua, con muchas posibilidades de transitar por la vergüenza.
Una llave, para mí son los Maestros que reconocemos por la Vida (también los profesores), pero ahora deseo centrarme en las personas a las que reconocemos como tales. Recuerdo de al menos dos personas, que desde el respeto, me liberaron de esa emoción y lo recuerdo con mucha gratitud y respeto.
un abrazo Carme y enhorabuena.¡¡
Pedro
Muchas gracias a ti, Pedro, por tu testimonio!!
Silvia. Bendita verguenza, me arruinaste la existencia, no te reconocí,hasta leer esto, pensé q era solo mio, …
Bienvenido este reconocimiento, Silvia! Y el no sentirte sola en esta experiencia… sabiendo que la vergüenza es más grande que tu. Gracias por compartir tu comentario.
Carme