El viento ha golpeado fuertemente la ventana de casa y me ha dado un susto. He gritado, aspirado aire enérgicamente por la boca y pronunciando un ahh. Mi cuerpo se ha puesto inmediatamente tenso, alerta, hacia atrás, la respiración, suspendida por unos segundos en el pecho, en la garganta, mis ojos se han abierto.
El miedo es una emoción básica que tiene un rol biológico, nos avisa de peligros, nos hace luchar, huir ante una emergencia o nos invita a protegernos cuanto menos. Nos advierte también que las personas que amamos, nuestros proyectos o nosotros mismos podemos sufrir algún daño.
Es una emoción ligada a una situación precisa, externa o interna, es breve y transitoria, es compartida con toda la especie y responsable junto con otras emociones, en el sentido darviniano, de su superviviencia. Conocemos muchos ejemplos de cómo la huída, el ataque, la sumisión, la inmovilización han sido respuestas adaptativas eficaces para muchos animales.
La amígdala, en el cerebro límbico se ha encargado de registrar todas las experiencias de nuestra biografía (situaciones de peligro, desorientación, oscuridad…). Y cuando volvemos a vivir alguna experiencia similar, ella es la encargada que nuestro cuerpo se adapte de esta manera.
Me gusta cuando J.A. Marina dice “nuestras emociones surgen de la naturaleza pero a estas alturas son ya muy poco naturales”.
En efecto, a ciertas alturas (no ocurre así en los niños) nuestra respuesta de temor está contaminada, entremezclada con otras emociones producto de mi historia personal, modelada por nuestro entorno humano, geográfico, económico y cultural. Resultan entonces emociones mixtas como la desconfianza, el recelo, la timidez, la vergüenza, los celos, la angustia, la aversión. Galeano dice que es tiempo de miedo y lo evidencia muy bien en este escrito:
Los que trabajan tienen miedo a perder el trabajo.
Los que no trabajan tienen miedo de no encontrar nunca trabajo.
Quien no tiene miedo al hambre tiene miedo a la comida.
Los automovilistas tienen miedo de andar y los peatones de ser atropellados.
La democracia tiene miedo a recordar y el lenguaje tiene miedo a decir.
Los civiles tienen miedo a los militares, los militares tienen miedo a la falta de armas, las armas miedo a la falta de guerras.
Es tiempo de miedo.
Miedo de la mujer a la violencia del hombre y miedo del hombre a la mujer sin miedo.
Miedo a los ladrones y a la policía.
Miedo a la puerta sin valla, al tiempo sin relojes, al niño sin televisor, miedo a la noche sin pastillas de dormir y miedo al día sin pastillas para despertar.
Miedo a la multitud, miedo a la soledad por aquello que uno ha sido, miedo a morir, miedo a vivir.
En otras personas adultas, su respuesta de miedo no está necesariamente conectada con una situación concreta que la provoque. Algo que empieza como una emoción transitoria, si permanece mucho tiempo en el cuerpo, puede convertirse en un trasfondo e instalarse convirtiéndose entonces en un estado de ánimo, un filtro de la realidad que nos predispone y orienta a tomar nuestras decisiones.
En mi experiencia a través de Alba Emoting, uno de mis descubrimientos respirando el patrón del miedo, fue darme cuenta de lo terriblemente cotidianas que me resultaban esas respiraciones entrecortadas y paralizadas, la tensión en el pecho, los hombros, ojos abiertos. Y cómo la ansiedad estaba instalada en mi trasfondo emocional y por tanto inconsciente, mecánico.
Sabemos que la toma de conciencia es el primer y fundamental paso. Alba Emoting me ha permitido, además, recuperar la neutralidad con la respiración del Step out, por si el miedo se convertía en pánico. Otras veces he podido inducir el patrón del miedo a voluntad y con control y seguridad (muy importante para los ansiosos) para limpiarme, vaciarme y evitar que se quede más tiempo conmigo. Activar y entrar después en otra emoción como la alegría también me ha dado buenos resultados y me dispone a seguir mi camino.
Elena Iborra
Muy buen post, poder ver y ser conscientes de las diferentes caras del miedo,tan sutiles, pero tan presentes en cada momento de nuestras vidas.
gracias
Muchas gracias Marian.
Nos conocemos esta tarde, que ya tengo ganas
Un abrazo
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